miércoles, 3 de febrero de 2010

Saliendo con alguien I



A mi Dave, el amigo que empezó a hacer mi vida un poco más divertida. Por enseñarme a caminar Vogue y a bailar VS. Por quererme y por ser tan cute. Ten buen viaje hoy, espero leas esto en NY.


En primer lugar, me reporto, después de semanas de silencio. Juro que tengo por lo menos dos posts en el tintero y uno en idea; hasta tengo dos manuscritos del mismo post. Pero ellos tendrán que esperar por el trabajo de campo que estoy realizando.

A través de este espacio trataré de documentar, cual Daniel Alcides Carrión hizo con la mortal verruga, el igualmente purulento, espinoso e igual de agónico camino sinuoso hacia una relación. Espero no interrumpir mis intenciones bloggeriles (las cuales realmente no tengo) por la falta de tiempo y el cansancio, a lo que en verdad se debe el no haber podido seguir posteando, pero el trabajo y la autoimpuesta rutina deportiva me están dejando con muy poca vida.

Es justamente ir al gimnasio lo que me ha cambiado un poco…un poquito nada más. 4 kilos pueden cambiar drásticamente a una persona, bueno, 4 kilos menos pueden hacerte sentir que eres el dueño del mundo, sentir que robas alguna mirada de deseo y caminar con la espalda totalmente erguida a pesar de tus achaques lumbares.

Quién sabe que fueron los 4 kilos menos los que llamaron su atención y que se acordara no sé cómo que alguna vez me vio en una foto con uno de sus practicantes e hizo que me agregara al facebook y hablarme.

Este post es la primera parte de una documentación que haré del proceso de andar saliendo y congeniando con alguien. Espero y confío que este diario virtual de los inicios de una posible (por favor diosito) relación tendrá un final pajita :P!


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Viernes 29 de enero de 2010.

Me había agregado un viernes a facebook. Ni idea de quién era, pero sus fotos no me disgustaron así que lo acepté (generalmente borro las invitaciones de personas que no conozco, incluso de personas a las que conozco pero que ni saludan cuando nos cruzamos, es una gran hipocresía eso del facebook). Al día siguiente me habló, cruzamos unos holas, explicaciones de dónde me vio y de por qué me agregó.

- Te vi en el gimnasio y recordé que te había visto en fotos con mi practicante en su facebook y te agregué.
- Ah, manya, gracias

Y bla, bla, bla, conversaditas van, holas vienen y la inevitable agregada al Messenger,

- La verdad es que –le dije- yo soy bastante autista y en el gimnasio no hablo con nadie, y en verdad no te he visto, así que si te veo me vas a tener que saludar tú porque yo no te voy a reconocer.
- Ok, te diré algo –me dijo-.

Así quedamos. Llegó el viernes siguiente, yo lo vi, esta vez lo reconocí, pero habíamos quedado en algo y el tenía que cumplir. No me saludó, no me dijo nada. Ya en Messenger le conté, el me respondió que también me había reconocido, pero que sería “demasiado Almodóvar” saludarme en toalla y en el sauna. Mas yo no le encuentro problema, Almodóvar me encanta…es más, yo soy una chica Almodóvar, pero más del tipo Joaquin Sabina que Carmen Maura, obviamente.

Llegó el viernes. Lo volví a ver en el vestidor, pero entré y salí muy rápido, no le dije nada y el tampoco otra vez. Pero ya me había cansado de esperar mientras desgastaba mis insipientes músculos. Tal vez fue ese horroroso dolor de brazo el que me dio valor hora y media después de verlo.

- Hola, tu eres ***?
- Hola! Sí, cómo estás?
- Bien, que pasó el miércoles? No viniste.
- Es por la chamba, me metí a una reunión larguísima
- Me debes una salida entonces
- Te demoras en bañarte?

- No, espérame.

Salí de la ducha apurado y estaba ahí, sentado. Fuimos por un café, que en verdad era un té helado pero tuve que devolverlo porque sabía a axila, y bueno, el suyo fue un Apple Martini, pero el plan original era un café.

El café (y el Martini y la Crème brûlée) se pasaron volando, con un fondo musical bien ameno, por decir lo menos (cantaba la hija de Betina Oneto, que canta bonito, aunque no llegue al alto de Christina Aguilera, perdónala pues). La conversación tenía onda, ritmo, una cierta complicidad. sonreíamos ¿Es que a caso nos gustamos?

Terminamos en la casa de mi amigo, su practicante. En el camino ya habíamos entrado a un feeling, definitivamente. Cuando llegamos ya yo me sentía raro, más que raro especial. Todo pareciía muy gracioso, incluso sus chistes laborales que yo no entendía y de los cuales escapaba cambiando la conversación a algo más mundano.

El pobre JA estaba palteado porque ya no escondíamos nuestras manos entrelazadas, ni los abrazos. Qué feliz pueden hacernos esas melosidades, qué vivos nos hacen sentir. Si la vida fuera una porción de chicharrón, esos arrumacos son el camote dulce y bien frito (: !

Ya era tarde y al día siguiente teníamos que ir a la playa muy temprano, dormiríamos 4 horas. En el camino para tomar el taxi ocurrió lo inevitable. Terminamos todo con un beso, con varios besos. Yo no me lo creía. Tomamos un taxi hasta mi casa y fuimos de la mano. Me bajé del taxi queriendo seguir con él.

Cerré la puerta y sonreí.






Dejo esta canción porque 1, me encanta; 2, la cantaron ese día; y 3, no es acertada :P!?

Esta historia continuará...ESPEROOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Foto por andy.s. en flickr.com.