Hoy, 28 de junio, es el Día Internacional del orgullo Gay. Recién me entero.
De hecho sabía que había este día por los reportajes y las noticias en años anteriores, pero jamás, hasta hoy, supe la fecha exacta del día de celebración, y lo más probable es que pronto lo olvide.
Yo no pienso celebrar el Día del orgullo gay porque no me siento orgulloso de ser gay; sería como estar orgulloso de ser negro, blanco, cholo o colorado ¿No me voy a poner orgulloso de mis genes, no? estar orgulloso de ser gay sería como estar orgulloso de alguna rara imbricación genética o de factores equis en el entorno psico-social. Definitivamente no estoy orgulloso de ser gay, como tampoco lo estoy de ser hombre ni de mi color de cabello ni de mi estatura, etc. Estoy orgulloso, por el contrario de mis logros como estudiante, de mi responsabilidad al trabajar, de mis notas al fin de ciclo, siempre y cuando éstas sean buenas.
La posición de los homosexuales en esta sociedad machista casi mundial es, aún en nuestros tiempos (y debería decir que tal vez aún en nuestro hemisferio y ni hablar en Oriente) es casi, casi marginal. Nos ven como anormales, como raros, equivocados, un accidente, etc. Es nuestro deber, más que estar orgullosos de ser gay, estar orgullosos de ser exitosos sin ser transgresores, y cuando triunfemos en algo: chau a la falsa modestia, y más propiciamente en esas situaciones decir (no gritar ¿Por qué gritar?) abiertamente “soy gay”.
Por eso es que quizás no me gustan ese tipo de marchas por el orgullo gay (pero fácil iría hoy si no estuviera esperando a gente para hacer un trabajo de la u), por escandalosas, por grotescas y vulgares.
¿Por qué en un carro alegórico, lo que define al epítome del homosexual es el tipo en calzoncillo y con franjas de cuero? ¿Por qué el gay tiene que ser la drag queen? ¿Por qué el gay tiene que ser el travesty que va gritando y bailando el ‘chocho loco’, o ‘se me calienta la chichi’ y demás hits de los lunes de ambiente del capital? No pues, nada de eso. No estoy diciendo que un travesty sea malo, para nada, quién sería yo para decirlo. Al contrario, cuando le dije a mi buen padre que era gay me dijo en algún momento después algo así como ‘No vayas a ser una loca o un marica’, algo así, ya casi ni lo recuerdo; más tarde me puse a pensar “Yo no soy travesty ni quiero serlo ni nada de eso, pero ¿Qué pasaría si yo fuera del tipo de gay que quiere travestirse y aparentar ser una mujer?”, al plantearme esa suposición me sentí casi aterrado.
Por eso no me gustan los Días del orgullo Gay, ni siquiera en San francisco o Nueva York*. Porque aunque el que este subido en el carro de algún club gay neoyorkino sea un dios griego marcadito y con cuerpo aceitado, y no el desbordado Juan Carlos Ferrando del carro del Down Town, los dos brindan la misma imagen, por un lado lasciva y por el otro lado escandalosa de ser homosexual.
Pamplinas, yo soy gay…cabro si quieres decirme así, pero no soy ni un puto PIMP, ni un traca. Para los conservadores: Feliz Día del orgullo Gay (y no pienso decir esto nunca más).
P.D.: Saludos a mis dos primas que, sin ser homosexuales, van a ir a la marcha de hoy.
*No puedo dejar de derretirme por los tipos que salen en los Gay Pride Parade, que buenos están, muy aparte de mi posición :), fíjense nomás en estos angelazos (q poco serio!)